GOOGLE, ¿DÓNDE DEJÉ LAS LLAVES?
No pasará mucho tiempo para que los objetos con los que interactuamos cotidianamente en nuestros hogares, oficinas, transportes y espacios públicos estén conectados entre sí, –y con cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar– para producir un ecosistema propio y crear lo que ahora conocemos como el Internet de las Cosas, un concepto que en inglés es conocido como Internet Of Things (IoT), o Internet of Everything (IoE).
Esta asombrosa visión del futuro –¿futuro?– consiste básicamente en conectar todo lo que nos rodea: objetos, aparatos, edificios, vehículos, animales, máquinas, plantas, etcétera, al internet. Una vez que esto suceda cada parte tendrá acceso directo a los datos que la nube ya guarda sobre nosotros: agenda, amigos, familiares, ubicación, gustos, sitios favoritos y más.
¡Música maestro!
Cuando cualquier parte de la casa o de la oficina, e incluso de la ciudad posea sensores y todos los objetos que los habitan se comuniquen entre sí, no tendremos que preocuparnos por encender las luces, programar el despertador e incluso podremos preguntar “Google, ¿dónde dejé las llaves?” pues todo esto se orquestará gracias al internet de las cosas.
Nuestra casa sabrá a qué hora debemos levantarnos para llegar a tiempo a nuestras citas de acuerdo al clima, al tráfico y a otros factores. Así, encenderá las luces de la habitación, preparará la ducha y para este momento ya habrá encendido las noticias y preparado el café.
El próximo paso será que la leche de nuestro refrigerador pueda detectar que se está terminando y por lo tanto el refrigerador será quien mande la señal al supermercado para reponerla. Claro, la leche llegará y nosotros probablemente ni cuenta nos daremos.
Y la mejor parte vendrá por la noche, cuando al regresar del trabajo el reloj que llevemos puesto envíe la información sobre nuestro pulso cardiaco al equipo de sonido, el cual seleccionará la melodía que más vaya acorde con nuestro estado de ánimo.
Chips, sensores, arduinos
Como éste, muchos ejemplos más se discuten en la actualidad y aunque parezca una fantasía gran parte de esta tecnología ya se ha desarrollado. No es algo muy complejo, consta de chips y sensores que los objetos tendrán integrados y que al conectarse a la red funcionan prácticamente igual que cualquier gadget enviando y recibiendo datos sobre lo que acontece a su alrededor.
Ciudad inteligente… ¿una utopía?
A nivel urbano, por ejemplo, los beneficios parecen una utopía, porque los estándares de control y la medición de consumo de los recursos estarán estrictamente monitoreados por computadoras. Esto implica que quizá no habrá desperdicios y un mal uso de nuestros recursos, que tal vez el agua, el gas y las fuentes de energía de nuestras grandes ciudades del siglo XX logren optimizarse.
Por otro lado, el panorama de los transportes y la infraestructura de las comunicaciones es bastante óptimo. System of Systems será el gran almacenamiento de información sobre las ciudades en el ámbito de transportes, clima, accidentes, salud y seguridad (por nombrar algunos), ámbitos que arrojarán información que nos ayude a hacer de nuestras ciudades espacios de mayor armonía.
Pero hay que tomar en cuenta que cada nuevo paso de la tecnología produce vulnerabilidades. La contraparte de las ciudades inteligentes son, por supuesto, los denominados hackers. Y vaya que es un tema que tendremos que seguir monitoreando.
Panopticon
¿Cuáles son los alcances que el Internet de las Cosas tiene a nivel de sociedad? Esta importante cuestión es algo que falta por resolver. Evidentemente nadie quisiera sentirse observado por objetos que ahora estarán al tanto de qué hacemos, cuándo lo hacemos y de quién nos acompañamos.
¿Qué pasará cuando nuestras herramientas no realicen correctamente sus funciones y nuestra vida íntima se vea afectada? ¿Qué tal cuando algún virus se infiltre en el hogar para alterar nuestra rutina? Ciertamente son panoramas que los desarrolladores deben tomar en cuenta. Lo que sí es definitivo es que aunque ciertas regulaciones estén aún por definirse estamos a un paso de vivir una realidad tecnológica sin precedentes.
Si bien dentro de esta realidad los objetos operarán gran parte de nuestro entorno, no debemos perder de vista que su único objetivo y fin debe ser mejorar la calidad de vida de nosotros los seres humanos.
Todos somos humanistas, pensadores, sociólogos
Encuentro interesante pensar la tecnología como una extensión de nuestros sentidos, una herramienta que nos ayuda a desarrollar nuevas sensaciones y a vivir experiencias a las que sólo mediante sus efectos podemos llegar. Cuando ésta empieza a afectar nuestra interacción con otros y con nosotros mismos es cuando debemos cuestionarnos ¿cuál es su utilidad? ¿servir, facilitar, impedir o problematizar?
Los desarrolladores de cada tecnología son los encargados de resolver los dilemas que surgen en torno a ella, son quienes se encargan de investigar y proyectar todos los panoramas posibles. Son quienes deben dar las pautas para su uso y para que todo aquél que interactúe con ella se vea beneficiado. La tecnología no debe rebasar nuestro entendimiento ni ir por delante de nuestras posibilidades.
El bien común lo construimos todos y no podemos dejar que esto recaiga en manos de unos cuantos. Termino con la reflexión del Dr. John Barret, necesitamos la participación de la sociedad y de cada individuo. Está en nosotros informarnos sobre cómo optimizar la interacción con este nueva realidad pero sobre todo cómo evitar que nuestro entorno nos sobrepase una vez que éste sea un ente inteligente.
Por Ilimon